A principios del mes de Julio decidí ir a Madrid a ver el show en vivo del programa radiofónico de La vida moderna y ya de paso ir al Parque Warner y el Zoo. Decidí viajar usando el servicio Premium de Alsa, debido al buen recuerdo que tenía de éste. ¡Cómo cambian las opiniones en apenas tres años!
Reconozco que la sensación de exclusividad se aprecia desde el instante en el que pones un pié dentro del autobús, puesto que no es como todos los demás. Asientos más cómodos y filas de tres personas, pudiendo elegir si prefieres estar sólo o en compañía de otra persona. Empieza el viaje y siguen los "lujos", puesto que te regalan unos auriculares para que puedas ver las películas que te ofrecen, te dan una especie de almuerzo/desayuno y te ofrecen prensa.
Sin embargo, hay ciertas cosas que no me parecieron nada dignas de ser consideradas "premium". Por empezar con algo, empezaré con la pantalla que tienes enfrente de tu asiento. En pleno 2018 se me hace raro que la pantalla sea de apenas 8'' (si llega, desconozco las medidas oficiales de la pantalla). Con esto quiero decir que la pantalla se me antojó pequeña, ya que estoy acostumbrado a mi iPad.
Siguiendo con la pantalla, la oferta audiovisual me pareció un poco escasa, puesto que no disponían de demasiados títulos. Cierto es que es imposible ver todo en el trayecto Donostia - Madrid, pero no conseguí ver nada de mi interés, por lo que al final tiré de las descargas que ya tenía hechas en mi ya citado iPad.
Otro servicio premium es el de la azafata. Quitando los detalles ya citados con los que te obsequia, poco hace. Cierto, el hecho de dar a un botoncito y que te de una botella de agua es todo un lujo, pero yo creo que la calidad está en los detalles. De los dos trayectos que hice con el servicio Premium de Alsa, en uno de ellos la azafata me pareció un poco fuera de lugar. En mitad del atasco en Madrid, decidió sentarse en el pasillo junto al conductor para hablar con él, por lo que si un guardia urbano nos hubiese visto habría sido bastante embarazoso el tener que ver a la azafata pagar una multa.
Esta misma azafata, una vez ya en carretera, decidió sentarse en un par de asientos reservados a clientes (estaban desocupados) en vez de en su propio asiento y se puso a subrayar y mirar unos apuntes que ella tenía. Imagino que estaría preparando algún examen para algunas oposiciones o algo parecido, pero no creo que el horario laboral sea el más idóneo para tal actividad. No me imagino a mí mismo posteando cosas en el blog mientras mis alumnos están haciendo ejercicios matemáticos o realizando un examen.
Por todo ello y algo más que he querido obviar, en el futuro, cuando decida viajar a la capital del estado español, no miraré simplemente los horarios de los autobuses Alsa Premium (ni loco me tiro 6h en el servicio regular de Alsa), sino que también me informaré de vuelos o de trenes.