Historias de un pasado no muy lejano (Segunda parte)

 


El caso es que esa diferencia entre esos grupos cada vez era más notoria. Cuando los Capersu eran conscientes de sus beneficios, comenzaban a abusar de los Sodolipia. Además, por lo que tengo entendido, de entre todos los Capersu hubo un pequeño grupo de hombres que destacó por su maldad: los autodenominados “Grond”. Muchos hombres y mujeres Sodolipia eran aplastados por el poder de esos pocos malvados Capersu.

¡Qué horror! – gritó Success, que no pudo evitar preguntar - ¿Pero en ese pueblo no había leyes ni policía?

- Sí, claro, pero como muchas de las personas en el poder eran Capersu, solían hacer poco caso a ese grupo tan malvado. – aclaré a Success.

Como iba diciendo, poco a poco grupos Sodolipia se empezaron a juntar. Al principio eran grupos muy pequeños. Solían juntarse en sus propias casas para pensar y hablar sobre cómo tratar de que los Capersu no abusasen del poder que oprimía a los suyos. Un grupo en concreto decidió seguir los oscuros pasos de los “Grond”. Estos Sodolipia violentos decidieron también ponerse un nombre que los diferenciase del resto de Sodolipias. Se llamaron a sí mismos “Ringil”.

A cada desafío que los Ringil hacían a los Capersu, los Grond oprimían más a los Sodolipia. Esto hacía que cada vez los Ringil tuviesen más adeptos, porque lo único que los Sodolipia querían era tener los mismos derechos que los Capersu.

- Pero Kepa, eso que dices se parece más a una guerra que a una revolución. – Me volvió a interrumpir Jasmine.

- Sí, pero todo cambió cuando Morg conoció a Val.

¿Quiénes? – quiso saber Ander, el menor de todos y hermano de Success.

Morg era un Capersu vecino de Val, una Sodolipia. Iban al mismo colegio, y al principio Morg se metía mucho con Val. Un día incluso llegó a ver cómo de los ojos de Val corrían lágrimas debido a un comentario despectivo hacia los Sodolipia que Morg siempre había escuchado a su madre. Ese día todo cambió. Morg se dio cuenta del dolor que había causado durante tanto tiempo a Val. Ese día finalmente la vio como lo que realmente era: una persona igual a él. Ese día además se fijó en lo bella que era Val.

Historias de un pasado no muy lejano (Primera parte)

 

8 de marzo de 2167. Esta fecha me recuerda a las manifestaciones del pasado. A las reivindicaciones ya obsoletas. Me recuerda a cómo ha mejorado la sociedad. Hoy en día no es más que una celebración de la victoria conseguida. Pero no es hora de pensar en ello. Se va acercando la hora en la que el colegio termina y empieza mi turno.

Como cada viernes por la tarde, me toca ir al colegio a buscar a mis nietas y a los hijos de mis vecinos. Lo hago muy a gusto, porque es el día de contar historias. De hecho, durante toda mi vida laboral hice lo mismo, puesto que fui el cuentacuentos más famoso de esta comarca. Hace tiempo me jubilé, pero al menos todavía puedo continuar con lo que siempre más me ha gustado.

Como cada semana, me he llevado a mi adorado rebaño de cuatro niñas y niños al parque y los he sentado en un círculo. Como cada semana, les he dado un bocadillo a cada uno. Como cada semana, he disfrutado viendo cómo me regañaban por haberme confundido a la hora de repartirlos y cómo se han estado intercambiando los bocadillos entre ellos.

Una vez empezada la merienda, como siempre ha sido mi nieta Success la primera en hablar y pedirme una nueva historia.

- Aitona, queremos continuar con la Revolución Sodolipia que nos empezaste a contar la semana pasada.
- Muy bien. – Respondí yo con voz pausada - ¿Por dónde lo dejé?
- Kepa, yo la semana pasada no estuve, ¿podrías empezarla desde el principio? – Me dijo Joseba, el menor de los hijos de mis vecinos.
- Sí claro, cómo no. – respondí, y a continuación comencé mi relato.

En un pasado no muy lejano, en una ciudad muy lejana, todas las personas eran catalogadas en dos grupos diferentes desde el momento de su nacimiento. Esos grupos se llamaban Capersu y Sodolipia. Aunque los Capersu y los Sodolipias se parecían mucho entre sí, había una clara diferencia: Los Capersu tenían más derechos que los Sodolipia. Las meriendas que los abuelos como yo daban a los Capersu siempre eran más grandes que las que daban a los Sodolipia.

Pero Kepa, todos nuestros bocatas son iguales. – Interrumpió Jasmine, la hermana mayor de Joseba.

- Sí Jasmine, pero es que vosotros no sois Capersu ni Sodolipia; vosotros tenéis suerte.