Al principio todo era raro para
Val. Aunque muchos Capersu seguían haciéndola llorar, algo había cambiado. El
peor de ellos, Morg, ya no la insultaba ni le quitaba la merienda. Como a lo
bueno una se acostumbra muy fácil, Val pronto comenzó a apreciar mucho los
tímidos pero cada vez más frecuentes buenos gestos de Morg.
Los días se convirtieron en
semanas, y las semanas en meses. Llegó el día en el que Morg y Val iban siempre
juntos al colegio. Este hecho trajo muchos quebraderos de cabeza a Morg y a su
familia, pues todos los Capersu pensaban que no era normal que uno de los suyos
tratase como a un igual a los Sodolipia. Sin embargo, la familia de Morg supo
abrir los ojos y ver que ellos también debían de cambiar su actitud para con
los Meg.
Fue entonces cuando pasó lo que nadie creyó que iba a pasar. Una noche, mientras Morg y Val estaban de fiesta juntos, llegaron los Grond y mataron a Morg de una paliza porque dijeron que era la vergüenza de todos los Capersu. Val escapó a duras penas. Lastimada y malherida, no pudo salir del hospital en varias semanas.
- ¡Qué horrible! ¿De verdad mataron a Morg? – dijeron todos al unísono mientras algunas lágrimas asomaban de sus inocentes ojos.
- Desgraciadamente así es, pero gracias a eso comenzó la Revolución Sodolipia.
Cuando Val salió del hospital, pudo
ver que su pueblo había cambiado radicalmente. Los Ringil y los Grond parecían
mucho más numerosos y más radicales. Val no podía consentirlo. Acudió a su
familia. Acudió a sus amistades. Acudió a la familia de Morg. Acudió incluso a
las amistades de Morg. Unidas todas aquellas personas y bajo la influencia de
la relación de igualdad que llegaron a tener Morg y Val decidieron actuar. Los Capersu
por un lado y los Sodolipia por otro, pero con la misma idea: “Que ambos grupos
consigan la igualdad, cesando así con los actos violentos.”
Poco a poco entre los Capersu
comenzó a brotar la idea de lo cruentas, profundamente dolorosas e injustas que
eran las acciones de los Grond. Ya bastante oprimidos vivían las Sodolipia como
para que además unos energúmenos les pisoteasen más. Esto había que pararlo o
al final los Ringil se radicalizarían aún más y conseguirían invertir las
tornas, convirtiéndose los Capersu en oprimidos y los Sodolipia en opresores.
Algo más difícil fue convencer a
los Ringil. Sus ideales parecían ser bastante más coherentes. Sin embargo, poco
a poco comenzaron a darse cuenta de que sus acciones no hacían sino instigar
más a los Grond. Era como la pescadilla que se muerdía la cola.
Fue un largo camino. Muchos años pasaron. Val murió de vieja. Sin embargo, finalmente los Capersu y los Sodolipia hicieron las paces. Nunca se hizo de manera oficial, pero con el paso del tiempo los Capersu parecían haber asimilado que no eran diferentes a las Sodolipia. Incluso se cambió la ley de ese pueblo. Ya nadie sería calificado como Capersu o Sodolipia al nacer. Hoy en día hay una preciosa estatua de Morg y Val en el parque más bonito de ese pueblo, donde todas tardes los niños y las niñas comen tranquilos sus meriendas y luego juegan todos juntos.
- ¡Qué bien Aitona! Al menos todo terminó bien. Los Capersu y las Sodolipia ya son amigos y juegan juntos. – dijo Ander que se quedó al menos con la base del mensaje.
- Sí, así es. Ale, la próxima semana os contaré el cuento del jajilé azul.
- ¿El jajilé azul? ¿De qué hablas? – quiso saber Success.
- La semana que viene lo sabrás. Ahora id a jugar, que hace rato os terminasteis la merienda.
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