¿Estamos en la era del postureo?

Últimamente siempre que salgo a pasear me encuentro con escenas que hace no demasiado me parecería impensable. Desde a adolescentes quitándose los abrigos en un día muy frío para que su amiga de turno le haga una foto para publicarla en alguna red social hasta auténticas sesiones fotográficas.

Soy consciente de que la sociedad vive en constante evolución, pero el camino que está tomando la sociedad actual me da miedo. La adolescencia es una edad muy importante ya que es en la que terminas de desarrollar tu personalidad; pero también es muy peligrosa, puesto que los adolescentes son muy influenciables. Y hoy en día están siendo bombardeados por infinidad de influencias de dudosa calidad.

Todos conocemos ese tipo de foto en cualquier red social con un pié de foto pseudo-filosófico. Esas frases, además, se me hacen completamente vacías y carentes de emociones. Además, algunas de esas fotos parecen bastante bien realizadas. No quiero pensar cuántos intentos habrán tenido esas personas para conseguir una foto que realmente le guste, ni el tiempo que habrán empleado retocándola o aplicándole infinidad de filtros.

Por comentaros una anécdota cercana, la semana pasada ví como un adolescente que no llegaría a los 14 años sentarse en mitad de la carretera para que su amigo le sacase una foto con una cámara reflex. Estuvieron un buen rato ahí hasta que un coche apareció y la pareja se tuvo que ir. Esto me hizo reflexionar muy seriamente sobre dos interrogantes que surgieron en mi mente:

1.- ¿Hasta dónde son capaces de llegar para sacar una foto y conseguir unos efímeros "likes"?
2.- ¿Para qué necesitan unos adolescentes una cámara reflex? ¿Acaso no les vale con la cámara de su móvil? No se creen que son Sean O'Connel de "La vida secreta de Walter Mitty?

Esto último me preocupó enormemente. Soy consciente de que no es lo habitual, o al menos eso quiero pensar; pero creo que hay padres que consienten demasiado a sus hijos hasta el punto de que no tienen únicamente un móvil de última generación; sino que además se compran todo tipo de aparatos tecnológicos de gama alta. ¿Dónde está el límite? ¿En la cantidad de billetes que hay en la cartera de los padres y las madres?

Cambiando un poco de tema, he de decir que lo que comúnmente se ha definido como "culo veo, culo quiero" es a día de hoy incluso una manera de vivir. Actualmente hay redes sociales en los que todo aquel que quiera se puede mostrar al resto del mundo para que vean qué tipo de ropa tienes y puedas comprar esos mismos productos. No le voy a quitar la utilidad a este tipo de aplicaciones, puesto que es un nuevo modo de vender productos; pero no es carente de riesgo. Aquellas personas que den mucha importancia a ir a la última moda pueden tener serios problemas con estas aplicaciones y los grandes influencers que las utilizan como medio de vida.

Es posible que me digáis que simplemente no me fije en esto cuando voy por la calle y/o que me abstraiga de otro modo, pero la verdad es que me encuentro estas situaciones incluso en mis redes sociales. Hay gente cercana a mí que vive en este mundo de postureo que tan poco me gusta. ¿Qué debería hacer entonces? ¿Sacar a esas personas de mi vida? Ahora mismo no puedo ni quiero hacerlo.

Por último, quisiera hacer un llamamiento a la prudencia. Como profesor, he visto cómo diferentes alumnos/as han querido agregarme a las redes sociales que tenemos en común. Independientemente de que no quiero compartir mi vida personal con mis alumnos hasta esos límites, me parece terrorífico el desconocimiento que muchos padres tendrán del uso de sus hijos/as puedan hacer de las redes sociales. No saben lo peligrosas que pueden llegar a ser.

Querer y no poder. Tratando desesperadamente de llegar al trabajo.


Esta mañana he vivido una auténtica odisea para intentar llegar al trabajo. Como algunos sabréis, ahora mismo estoy trabajando en Zumaia. A pesar de estar bastante cerca, hoy he comprobado que a veces todo se pone en contra y no se puede hacer el trayecto entre Donostia/San Sebastián y Zumaia. Es por ello que se me ha ocurrido escribiros un poco esta odisea que he vivido como si fuese un diario.

7:00
Estoy en ese precioso momento del día en el que me despierto poco a poco mientras juego con mi iPad. Me dicen en casa que está todo nevado, que tendré que intentar llegar al trabajo en tren; debido a que no podré sacar el coche del garaje.

7:20
He salido de casa en direción a la parada de Euskotren de Anoeta. Efectivamente, hay coches tratando de salir del garaje y teniendo que volver a entrar por la dificultad que supone una cuesta de esa pendiente estando nevada.

7:45
Llevo veinte minutos en la estación. No ha pasado ningún tren. Decido salir y tratar de llegar a la estación principal en autobús.

8:00
Empiezo a estar un poco desesperado. Tampoco hay autobuses. ¿Qué puedo hacer? Soy consciente de que voy a llegar tarde al trabajo, pero tengo que intentarlo.

8:05
Cojo mi bicicleta. Iré pedaleando a la estación central de Euskotren en Donostia/San Sebastián.

8:15
He llegado sin mayor dificultad. Todo sigue como en la estación de Anoeta; pero con trenes. Todos parados y sin intenciones de moverse, por lo visto. Llamaré al colegio y diré que me es imposible llegar. Toca volver a casa.

8:45
Una vez he desayunado, toca hacer balance. Quitando el estrés del querer llegar a Zumaia por todos los medios posibles y no poder, ha sido una experiencia curiosa e interesante. Nunca me hubiese imaginado que iba a andar en bici sobre la nieve, y la verdad es que me ha gustado bastante la experiencia. 

Lo único que me da rabia ahora mismo es el tiempo que invertí en la noche de ayer para hacer una presentación PowerPoint mucho mejor de todas las que había hecho hasta ahora para nada. Espero poder ir a trabajar a la tarde y poder usarla. Aunque siempre podré darle uso mañana, si es que el tiempo me lo permite.

Crónica de un escritor frustrado


Ya por mi último curso universitario nacieron en mí las ganas de escribir un libro. Echaba de menos esos concursos literarios anuales de mi colegio, en el que llegué a ganar varios premios (el hecho de que hubiese pocos competidores en mis últimos años es mera anécdota, estaba claro que yo iba a ser un genio de la literatura).

Hablé con una profesora de mi universidad, siendo la casualidad que ella también era escritora. La verdad sea dicha, tampoco se esmeró demasiado en ayudarme; simplemente me dio un panfleto con diversos concursos literarios a nivel nacional.

Con la carrera ya cerca de terminar, empecé con mis primeros bocetos. Como por aquel entonces estaba leyendo el tercer tomo de la saga "El Legado", escrita por Christopher Paolini; y si además a eso se le juntaba que siempre me ha gustado la mitología que envuelve a los dragones, mi primera obra literaria era bastante obvia: un mundo de fantasía donde los presonajes eran todos dragones.

Llegué incluso a tener los títulos para unos 20 capítulos; por lo que se puede decir que el esqueleto más básico de mi obra estaba cogiendo forma. Es más, incluso tenía escogidos los nombres de varios personajes secundarios así como la mitología que envolvería a los dragones de mi futura novela.

El problema llegó cuando me decidí a empezar a escribir. Ya había terminado mi primera carrera y me encaminaba a hacer una licenciatura que nunca llegaría a terminar

Me bloqueé; no era capaz de desarrollar nada la trama. Me quedaba bloqueado en cada capítulo. Veía que los tres primeros capítulos apenas alcanzaban la página y media de un documento de Word. Trataba de hacer mejores descripciones... pero parecía ser que no iba conmigo. Después de un pequeño parón, releí lo que había escrito hasta la fecha y no me gustó nada. Dejé de soñar despierto; ser escritor no era lo mío. Borré el documento y destruí todo rastro del esqueleto que tenía escrito en un cuaderno.

Años más tarde, cuando llevaba ya un par de años sin empleo desde que se me terminase el contrato en la capital navarra, me vino otra vez la idea de escribir un libro. No tan fantasioso, pues estaba claro que no iba a llegar a buen puerto. Tal vez uno más real, uno en el que pudiera incluir mis propias experiencias a través de otros personajes. Es por ello que decidí volver a ponerme manos a la obra.

Esta vez empecé bastante bien, sabía muy bien lo que tenía que hacer. De hecho, lo poco que todavía conservo de esa obra (apenas una página) me sigue gustando cuando, a día de hoy, lo he vuelto a leer después de mucho tiempo sin ser revisado.

Si me gusta este nuevo inicio literario, ¿por qué no seguí adelante y traté de terminar mi primera novela? La respuesta es simple: motivos laborales. Desde septiembre del 2015 que tengo trabajo de manera regular y que me lleva a conocer muchas ciudades diferentes de Euskadi, por lo que cuando llego a casa del trabajo lo único que quiero, si es que puedo, es desconectar de todo jugando a algún videojuego, viendo alguna serie y/o leyendo un poco.

No lo sé con certeza. Tal vez en un futuro me ponga una vez más con este proyecto que casi ni lo empecé y del que no conservo apenas nada.

Dudas personales del UCM


Buenas tardes a todos. Como los lectores de mi blog cinéfilo sabrán, soy bastante asiduo a las películas del Universo Cinemático Marvel. De hecho, la última de Spidey la vi en dos ocasiones, una con un amigo en unos cines de Biarritz en VOSF y otra ya más adelante en una proyección doblada al castellano.

Es decir, partimos de la base que el UCM me gusta. Pero el cinco días se estrena Black Panther y no creo que deba verla; no creo que la vaya a disfrutar. Yo entiendo que los lectores de cómics Marvel sabrán muy bien quién es e imagino que será un héroe bastante relevante, pero a mí personalmente no me atrae nada. El UCM cada vez está más saturado de superhéroes y creo que esto seguirá creciendo cada vez más. 

Ant Man me gustó, me hizo gracia y la disfruté. Tenía un sentido del humor que me gustaba bastante. Pero el hecho es que Black Panther me echa bastante para atrás. Ni me gusta la estética del superhéroe ni me atrae el argumento que los diversos tráilers dejan entrever. El caso es que este año se estrena Avengers: Infinity War, por lo que me interesa ver esta película por dos motivos: Seguir  actualizado con respecto a la historia del UCM y poder ver esas famosas post-créditos de las películas Marvel.

Pero la duda que me asalta ahora mismo es: ¿Realmente me merecerá la pena pagar por ver esa película? Quiero decir... si ya de por sí creo que la película no va a tener un argumento que me llegue a gustar lo más mínimo, ¿simplemente esos dos motivos del párrafo anterior ya hacen que me compense pagar la entrada del cine?

No lo tengo nada claro, y como consecuencia he decidido que esta película se pueda llegar a convertir en mi punto de inflexión con respecto al UCM. He decidido ir a ver Black Panther en el cine; y si me convence lo suficiente, seguiré siendo cliente fiel a Marvel Studios; pero si termino aburrido por el largometraje, dejaré de ver cada película de dichos estudios, viendo  en el cine únicamente las que realmente me interesan, relegando el resto a ser vistas a través de una web de servicio streaming o después de haber sido descargadas.

Inicios de mi pasión lectora


Primero de todo decir que no es mi intención el hacer publicidad de una editorial en concreto ni de una colección en particular. Hablo de ésta porque fue la que marcó los que fueron mis primeros pasos lectores.

Hace unas semanas, cuando empecé la andadura multibloguera creando éste y otros tres nuevos blogs, empecé a hacer una pequeña introspección de mi afición lectora, esa que tantos altibajos ha tenido y tendrá.

El caso es que ya desde pequeño aprendí a disfrutar de la lectura. Mi padre, devorador oficial de libros, ayudó en cierta manera, pero lo que también ayudó fue la pequeña biblioteca particular que fui haciendo entre regalos de cumpleaños y reyes de diferentes años y la biblioteca escolar; ambas tenían la mayoría de ejemplares de una misma editorial, de una misma colección. Ésta era El barco de vapor.

Aquellos que, como yo, hayan leído varios libros de esta colección sabrán que, salvo excepciones, no hay algo parecido a las famosas sagas literarias de hoy en día. Lo que hay es un amplio abanico de libros y poco más. Como profesor, he visto que los niños hoy en día se guían por personajes que ya conocen y se leen sus libros y nada más. En los diferentes colegios que he conocido han abundado los libros de la familia Stilton (tanto Gerónimo con Tea), Kika supersorgina, Nur, y alguno más que ahora no recuerdo. Pero veo poco libro independiente.

Ser fiel a un personaje literario está bien, pero creo que si lees muchos libros independientes los unos de los otros enriqueces más tu mundo literario. No negaré, no obstante, que de pequeño también disfruté de sagas literarias como pudo ser la de Manolito Gafotas y un poco más adelante ya me encontré con Harry Potter, las novelas de J.R.R. Tolkien y ya siendo adulto he disfrutado de alguna otra saga, como los libros de Dan Brown y su personaje de Robert Langdon (de éste último podría hablar en una entrada aparte, la verdad). Sin embargo, también he leído muchos otros libros ya desde pequeño, y tal vez por haber leído libros tan diferentes los unos a los otros es por lo que todavía a día de hoy sigo leyendo.

De hecho, el primer libro del que tengo recuerdo es uno de lectura obligada en mi colegio. Cuando estaba en segundo de primaria, nuestro tutor nos mandó leer el libro Buldo en el colegio. Aunque todavía a día de hoy se me hace raro, guardo bastantes recuerdos del libro (nombres de personajes y desenlace) e incluso podría recordar lo más básico del hilo argumental. Dicho libro pertenecía a la colección ya mencionada del barco de vapor. Más tarde serían otros como pudieron ser Simón Simón, Potoloren hegazkin magikoa y Hamster bi kaiola baten barruan, por decir unos ejemplos (Como podéis observar, se leía en castellano o en euskera indistintamente)

Pero podría hablar de otra colección literaria que se puso de moda cuando yo tenía apenas 8 años: Pesadillas. Dichos libros eran muy fáciles de leer, tenía un toque de misterio con mínimas trazas de terror y normalmente no compartían hilo argumental entre ellos, quitando alguna que otra excepción, como lo era por ejemplo Sangre de monstruo, que creo llegó a convertirse en trilogía. Estos libros ampliaron más si cabe mi pasión lectora. Con eso de que estaban de moda, los compañeros de clase nos recomendábamos los unos a los otros diferentes libros de Pesadillas, nos los prestábamos y/o comprábamos el mismo libro que nuestros amigos. El hecho es que tengo catalogados 25 libros de ésta colección.

Sí, como habéis podido observar, tengo catalogados gran parte de los libros que tengo leídos; otro hábito que adquirí de mi padre. Aunque en mi caso la lista es mucho más escueta, puedo afirmar que he leido, al menos, 121 libros. Soy consciente de que tampoco es que sean demasiados, más si cabe si uno se pone a mirar y ve que gran parte de los títulos son de cuando era un niño que ni siquiera había cruzado el umbral de la pubertad; pero estoy muy orgulloso de esa lista y de los recuerdos que algunos de ellos me sugieren cuando releo los títulos.

Es por ello que os animo a regalar libros a vuestros más pequeños; pero no cualquier tipo de libro. Si quieren engancharse aun personaje en particular siempre tendrán tiempo y ocasión de hacerlo; pero si no se les regalan diferentes estilos literarios, posiblemente nunca llegará a descubrir lo rico que puede ser el mundo literario.